¿Por qué sigues saboteándote aunque lo intentas todo?

¿Cuántas veces has sentido que ya hiciste todo lo posible por cambiar, pero sigues en el mismo lugar? Quizá leíste libros de superación, fuiste a cursos, incluso invertiste en terapia… y sin embargo, la misma historia se repite una y otra vez.

Ese proyecto que nunca terminas. Esa relación que parecía diferente, pero terminó igual que la anterior. Esa oportunidad que tuviste cerca, pero dejaste ir sin saber por qué.

La verdad es que no es falta de disciplina, flojera o que “no sirves para esto”.

La raíz está en algo mucho más profundo: tu inconsciente, que dirige el 95% de tus pensamientos, emociones y decisiones.

El verdadero origen del autosabotaje

El autosabotaje no es un capricho ni un defecto personal. Es un patrón inconsciente. Es lamente profunda repitiendo lo que aprendió en tu infancia, en tu familia, en tu cultura y en tus experiencias dolorosas.

· Si creciste escuchando que “no era suficiente”, hoy probablemente te exiges hasta destruirte.

· Si aprendiste que “el dinero es peligroso”, inconscientemente lo rechazas cuando llega.

· Si de niño sentiste abandono, quizá ahora eliges parejas que no se quedan.

El inconsciente no distingue entre pasado y presente. Su función es mantenerte en lo conocido, incluso cuando lo conocido es doloroso.

Por eso, mientras no descubras el origen de tu autosabotaje, puedes cambiar de ciudad, de pareja o de trabajo… y aun así, terminarás viviendo la misma película con diferentes actores.

La voz interna que no te deja avanzar

El autosabotaje es esa voz que te dice:

· “No puedes.”

· “Esto no es para ti.”

· “Ya lo intentaste todo.”

· “¿Para qué? Igual vas a fallar.”

Y lo más doloroso es que esa voz suena como si fueras tú mismo habándote.

No reconoces que es un programa heredado, aprendido, instalado hace años.

Con el tiempo, terminas creyendo que ese diálogo interno es verdad absoluta.Y lo peor es que cuando lo repites tanto, tu mente lo convierte en realidad.

Los síntomas invisibles del autosabotaje

Quizá te veas reflejado en alguno de estos patrones:

· Procrastinas lo importante y siempre hay una excusa para no empezar.

· Te criticas de manera brutal, como si nada de lo que haces fuera suficiente.

· Te rindes justo cuando estabas a punto de lograr algo grande.

· Tus relaciones siguen el mismo patrón de dolor, aunque prometas que “esta vez será distinto”.

· Tu cuerpo empieza a hablar: cansancio crónico, dolores recurrentes, malestares que no tienen explicación médica clara.

El autosabotaje no es un problema de disciplina. Es un código inconsciente que dirige tu vida hasta que decides descifrarlo.

La solución: reprogramar tu inconsciente

La buena noticia es que no estás condenado a repetir la misma historia.

El inconsciente puede ser descodificado y reprogramado.

¿Cómo lograrlo?

1. Identificando tu patrón de autosabotaje.

   Reconocer de dónde viene y cómo se manifiesta en tu vida diaria.

   
   

2. Liberando las emociones atrapadas.

   Culpa, miedo, enojo, tristeza… emociones que nunca se expresaron, pero que siguen actuando.

   
   

3. Reprogramando tu diálogo interno.

   Dejar de hablarte como enemigo y empezar a instalar la voz que te impulsa.

   
   

4. Entrenando nuevas respuestas.

   Sustituir procrastinación por acción, crítica por compasión y miedo por presencia.

   
   

5. Anclando recursos positivos.

   Repetir lo sano hasta que se vuelva tu nuevo automático.

Imagina por un momento que:

· Terminas lo que empiezas.

· Tomas decisiones con claridad y confianza.

· Te expresas sin miedo ni culpa.

· Tu cuerpo deja de gritar y vuelve a la calma.

· Tus relaciones y proyectos dejan de repetirse y empiezan a florecer.

Eso es lo que ocurre cuando trabajas con la raíz del autosabotaje: el inconsciente.

Dejar de autosabotearte no es cuestión de fuerza de voluntad, sino de aprender a descifrar y reprogramar tus códigos internos.

Con la metodología de Tu Voz Interna, Maru & Van te guían a reconocer qué te frena, soltar lo que ya no necesitas y recuperar la voz que habías perdido en tu propio ruido interno.

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